Hannah se encontraba dando a luz a su quinto hijo, sin embargo, comenzó a sentirse mal, entendiendo que algo andaba mal y preocupada por su pequeño bebé.
Hannah recuerda que miró a la enfermera y comento que no estaba bien. “Sentía que me iba a desmayar. La habitación comenzó a estrecharse”, aseguró en una entrevista al sitio de moticias Faithpot.
Esa situación hizo que el ritmo cardíaco de su bebé disminuyera. Pronto, el ginecólogo, rápidamente, el Dr. Kinion Whittington aseguro que era una emergencia importante .
El equipo médico rescató a Hannah y la remitió al quirófano para una cesárea de urgencia. Su esposo Jacob estaba justo detrás. “Todavía no había entrado el miedo, hasta que entré al quirófano y vi lo que estaba pasando”, recordó.
“Abrí la matriz; solo había sangre por todas partes», explicó el Dr. Whittington. Además, recordó que el niño estaba «sin latidos».
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De forma rápida, los especialistas empezaron la maniobra de reanimación del bebé, un niño al que se le dio el nombre de Uriah John.
“Todo dentro de mí quería acercarme a él, abrazarlo y decirle que todo estaría bien”, señaló Hannah sobre ese momento de desesperación.
Jacob recuerda que solo se enfocaba en la oración. Envió un mensaje a su familia para orar por el niño, ya que con cada minuto que pasaba, las posibilidades de supervivencia de Uriah disminuían.
El medico Whittington explicó que, por lo general, «después de unos diez minutos, si no tienes un ritmo cardíaco fetal, es solo un esfuerzo inútil».
Por mas de diez minutos, el equipo continuó intentándolo. Finalmente, consiguieron un pulso. Pero el bebé había estado sin oxígeno ni flujo de sangre durante veinte minutos.
Incapaz de respirar por sí mismo, Uriah fue intubado y preparado para ser trasladado a otro hospital a 130 kilómetros de distancia.
El neonatólogo Dr. Eduardo Pérez explica que Hannah sufrió un desprendimiento de placenta y que Uriah “nació con problemas. Severamente comprometido, debido a un desprendimiento de placenta”.
“Si vas a orar, ora así. Si la Palabra de Dios dice que hablamos y creemos, entonces hablaré y creeré”, reforzó Jacob.
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Luego de unos días, Uriah mostró más signos de mejoría y su exploración mostró una actividad cerebral normal. En el sexto día, estaba respirando por sí mismo.
Uriah sigue siendo un niño sano, enérgico y feliz por el que oraron. “Oyes hablar de milagros, pero Dios me permitió ver este”, dijo la enfermera Bell.
Cuando confiamos en Dios, el obra, por que para el no hay nada que sea Imposible, cuando confias en Dios, todo será posible para ti.
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