Brasil.- Silvia Regina tuvo problemas con la justicia, pasó varios años en prisión y vivió mas de 10 años esclava a las drogas. Actualmente, tiene 63 años, y esta comenzando un nuevo capítulo en su vida y pretende llevar llevar la palabra de Dios a los perdidos, así como ella fue evangelizada.
“Quiero proclamar el evangelio en todo Brasil: la ex bruja de la Cracolândia de São Paulo se gradúa hoy de un curso superior en formación misionera”, afirmo durante la ceremonia de graduación el pastor Fernando Brandão, director ejecutivo de la Junta de Missões Nacionais.
“Es posible superarse a uno mismo porque Cristo transforma las vidas y hay esperanza en Jesús. Ella está testificando a Brasil y al mundo que en Cristo Jesús es posible llegar mucho más allá, porque Él es poderoso para hacer mucho más de lo que pedimos o pensamos”, aádió el pastor Brandão.
Silvia tuvo una infancia como cualquier niño, su historia dio un cambio rotundo cuando tenia solamente 9 años, momento de su vida que no le gusta recordar por lo trágico.
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Pese a eso, Silvia se fue a vivir a las calles y comenzó a formar parte de una pandilla. “Me enojé con el mundo», dijo. Silvia, quien vivió en la delincuencia hasta los 18 años. En 1975, cuando acababa de concebir a su hija, fue arrestada y no salió de la cárcel hasta los 43 años. Pasó 25 años en prisión.
Cuando salí en libertad, empezó a trabajar en una finca, lugar donde producían crack. Allí recibió dinero y también una nueva adicción, que la llevó al fondo del abismo. “Así estuve 14 años de mi vida, usando crack, durmiendo en las calles de Cracolândia, me convertí en nada. Era menos que basura”, comenta.
Un día, la misionera Fernanda Toyonaga, quien predica el evangelio a personas de las calles, notó a Silvia desde lejos. «La gente le tenía miedo, pero yo no», dice Fernanda. Silvia recuerda con emoción el acercamiento: “Ella vino, me dio un abrazo y dijo que Cristo me amaba. Después de que Fernanda me dio un abrazo, empezó a visitarme muy a menudo”.
“La gente pasa y no se da cuenta de que hay alguien que necesita ayuda. Estas personas están perdidas y necesitan ser alcanzadas», relato la misionera.
Regina compartió su testimonio a la Iglesia, Silvia agradeció a Dios por el proceso de transformación en su vida. «Si no fuera por el gran amor de Dios, todavía estaría en pecado. Dios restaura vidas. Me devolvió todo lo que era mío. Me regresó a mi hija, mis nietos, mis dos hermanos”, concluye la valiente mujer.
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